Tú no me haces daño. Me lo hago yo. No es que no me quieras, es que me falta quererme más a mí. Debería de ser: "no es que ya no te quiera, es que me quiero más a mí". ¿Cuándo podré decir esto de corazón? ¿Cuándo me voy a elegir a mí? ¿Cuándo dejare de buscar aprobación?
¿Cuándo, ¡chingada madre! ¿Cuándo?
Soy adicta a ti. Soy adicta a esto, a lo prohibido, a lo furtivo.
Soy adicta a sentirme deseada.
Adicta y no sé qué hacer.
Estoy enamorada de un hijo de puta.
Soy codependiente de un hijo de la chingada.
Decidí darle mi todo a un güey que no me quiere.
Y me siento vacía.
Y me siento sola.
Y me siento una completa pendeja.
Y aquí sigo.
A la espera de su mensaje.
A la expectativa de ¡ahora sí! gustarle.
Deseando que hoy si me diga algo bonito.
Queriendo saber si piensa en mí tanto como yo lo pienso.
Y, ¿por qué siento merecer esto?
¿Por qué me hago esto?
¿Por qué me pongo en una situación de riesgo?
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