Ya se habían intercambiado muchos mensajes de texto.
Inofensivos - ¡decía yo!
¡Pero cada vez vas agarrando más callo para esto, mujer!
¡Ya hasta me das miedito hija de la chingada! No das paso sin huarache.
Traías la cosquillita, y ¡tómala! Se te reviró, por andar de caliente. A ver si así aprendes.
¿Que ganas de andar tocando fuego con las manos? ¿Por qué te atraen las relaciones complicadas, las prohibidas? ¡Te encanta el rush de lo indebido! ¿O es que así se vuelven menos reales la relaciones y todo queda en una bonita fantasía?
Pues sí es la anécdota más cagada... No sé si decirle cagada, o incómoda, o bizarra, o simplemente: ¡no mames!
Y si, es que nunca en la vida me había pasado que la pareja en cuestión no pudiera hacer “lo suyo”... Y yo no sé si fue una señal divina de que “con ese no era”, si fue mi angelito de la guarda cuidándome -y avergonzándose de mi y mis locas pasiones- o si fue el alcohol, la vida misma o mi avasallante personalidad (ríe, evidentemente).
Pero así las cosas, el miembro del señor no quiso despertar, y esta mujer se quedó con las ganas de una ilusión falsa creada en las profundidades de su imaginación. Triste historia. Gran lección. No todo lo que brilla es oro, dicen. Y es mejor no adentrarse en terrenos que desde inició se veían escabrosos.
Situación más allá de lo incómodo, indeseable y pensosa.
No hay forma ni de mirarlo a los ojos.
Muero de pena... y es de la ajena.
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